Todos los pueblos somos herederos de un
pasado cultural, fabricado, deseado o inventado. Dependiendo de cada sociedad, este
campo es variado y engloba diferentes patrones socioculturales que son
transmitidos de diferentes maneras de generación en generación por diferentes grupos
o subgrupos culturales. Gran parte se da en forma de razonamientos y comportamientos
provenientes, de su misma sociedad o de otras. Cada sociedad tiene su sentimiento
de unidad, su manera de ver y tratar las cosas; tiene sus ideales, sus códigos
morales y sus luchas internas que le dan ciertos rasgos propios como sociedad; pero
en esencia, muchos de esos aspectos tienen un carácter universal.
Toda sociedad experimenta sus cambios
sociales, lo mismo que la percepción del individuo y su valoración hacia ella, que
viene condicionada en gran medida por esos cambios. La aceptación de la
sociedad de parte del individuo es transmitida en gran parte por la familia, la
escuela, por su entorno; así como por otros elementos culturales externos que
le influyen. El vínculo individuo-sociedad está de ligado estrechamente a
aspectos de armonía, bienestar, estabilidad social y grado de integración en la
sociedad misma. Sin embargo, en una sociedad democrática, para que exista
cierto grado de aceptación de parte de sus miembros, deben existir factores que
contribuyan a formar una sociedad armoniosa en la que todo mundo se sienta bien
y en la que el individuo tenga la idea de que su sociedad le brinda
perspectivas o que por lo menos se le respete su integridad física.
Una sociedad armoniosa y de respeto sólo es
posible si se trabaja en esa dirección y si esta idea se transmite al niño desde
el aula de la escuela que, aparte de la familia, es el lugar donde se refuerza
la socialización y el lugar en donde, en gran medida, se va formando a su
personalidad y la toma conciencia de la estructura social. No se consigue gran
cosa si no se invierte verdaderamente en la sociedad de manera honrada y
sistemática, y si, en el campo social, el Estado no encara los puntos de
conflictividad. Obviamente en muchos casos eso es incansable porque no sólo
depende del Estado sino también de factores externos y de la participación
activa de la sociedad civil y de la población misma[i].
Pero el papel del Estado es indiscutible para generar cambios y crear un clima
propicio de estabilidad social.
Dependiendo del grado de socialización del
individuo, de tal manera, se dará en gran medida la aceptación o rechazo de la
sociedad. Un pueblo más educado participa más social y políticamente, y si
tiene espacio, canaliza mejor obstáculos, es más crítico, y a su vez entiende
mejor el desarrollo de su historia; lo mismo que la naturaleza de sus
problemas.
El salvadoreño de hoy se plantea muchas interrogantes sobre su sociedad y sobre
todo en estos tiempos que reina una cultura de violencia. Normalmente estamos unidos por una historia
común, lengua religión, costumbres, arte, gastronomía, memoria histórica, patrimonio cultural, territorio etc. ¿Pero
qué elementos unen a los
salvadoreños, que no sean los elementos antes mencionados? Lógicamente en los
últimos años la violencia y criminalidad es algo que al salvadoreño se le viene
encima.
No es un secreto que El Salvador posee una
historia violenta y al salvadoreño se le debe hacer conciencia de que debe
conocer su propia historia. Aunque los acontecimientos históricos de un pueblo
incomoden no se deben silenciar ni esconder debajo del tapete. Pueblos que sin
valor afrontan su historia y esquivan responsabilidades, son pueblos condenados
a repetir sus errores, esto es un cliché, pero a la vez una verdad. Alguien dijo que en el trayecto de nuestras
vidas podemos corregir los errores de nuestros padres pero con gran provalidad
estaríamos en condiciones de cometer los errores de nuestros abuelos. Todo esto
por no conocer y hacer conciencia de nuestra historia. La historia de El
Salvador está plagada de crímenes
horrendos y de injusticia social. Muchas cosas se han callado y se
siguen callando. Recuperar la memoria histórica y darle su debido puesto en la
historia es un deber de cada salvadoreño
responsable.
Poca
atención se le ha prestado a la trayectoria histórica de catástrofes naturales
y sus efectos[ii]
no sólo físicos pero también psicológicos en la población. Poca conciencia se
ha hecho de que se vive en una zona de catástrofes naturales con un alto grado
de sismicidad y desastres meteorológicos como lo son los huracanes y terremotos.
De tiempo en tiempo se viven catástrofes devastadoras que no sólo se traducen
en costo humano, pero también en destrucción de la infraestructura y del
patrimonio histórico.[iii]
Educación
y sociedad
La educación juega un papel primordial en el
desarrollo de cualquier sociedad. La educación ayuda a unificar a los pueblos y
a crear sociedades más justas. Toda sociedad está en constante movimiento y lo
mismo vale también para la educación, es decir que la educación no sólo debe impartir las competencias básicas
obligatorias, pero también debe
estar adaptada a la nueva realidad y exigencias del país. En muchos aspectos la
educación salvadoreña deja mucho que desear porque es una educación bastante
limitada y desvinculada de la realidad del país. La educación, y sobre todo la educación media debería
incorporar puntos vitales tales como es el conflicto armado (1980-1992), la desintegración
familiar a causa de la guerra[iv],
los desplazamientos migratorios y sus efectos, la globalización, la transculturación, la exclusión social, etc., esto sólo para
mencionar algunos puntos de interés.
Los elementos antes mencionados son factores que han tenido su impacto y
repercusiones negativas la sociedad salvadoreña. Algunos de estos temas no están incluidos en el paquete educacional, lo mismo que la educación sexual.[v] Algunas de las asignaturas básicas de
secundaria resultan bastante estériles en la práctica.
Las materias como Ciencias Sociales y Sociología no hacen bien su trabajo
y sólo llegan a nivel de formulación de definiciones. Dichas Asignaturas deberían
incentivar al alumno y centrarse en la comunicación y el diálogo, la discusión y el tratamiento de conflictos,
el estudio de las relaciones humanas, la buena convivencia (trato social),
respeto mutuo; así como analizar
activamente cuestiones prioritarias de la sociedad, dar enfoques, juicios y puntos
de vista, etc., en conclusión:
socializar.
Parecerá cuestionable que se mencione
negativamente el aspecto migratorio porque para muchos es la gallinita de los
huevos de oro y el migrado ha dado y sigue dando una innegable y significativa contribución
económica al país. Esto es indudable, pero nadie puede negar que la migración
ha ocasionado un desligamiento familiar, una dependecia de las remesas[vi],
y ha traído problemas sociales sin precedentes. Ahora en la sociedad existe un
clima de constante estrés, de incertidumbre e inseguridad y de una violencia a
veces irracional que sorprende y a la vez horroriza. Sin lugar a dudas son
condiciones desfavorables para cualquier país con pretensiones de progreso. La
sociedad salvadoreña es una sociedad inestable en la que existe un flujo
constante de los mejores recursos humanos hacia el extranjero y quien puede migra.
La conclusión es que las nuevas potencialidades no se aprovechan y constantemente
hay una pérdida de capital humano.
Sin una visión hacia el futuro y sin medidas
adecuadas no se crea un modelo de sociedad sostenible en la que se tenga en
cuenta el desarrollo del país, la solución de los problemas sociales y el
futuro de las nuevas generaciones. Está demostrado que una de las maneras
eficaces para crear un ciudadano mejor es integrar al joven a la sociedad y
ofrecerle una perspectiva que no sea un panorama desolador de inestabilidad social,
desocupación juvenil o migración como producto de falta de perspectivas.
Contribuir al desarrollo del joven significa ver al joven como parte esencial
de la sociedad, es a su vez invertir en el desarrollo del futuro del país. Al
joven se necesita ofrecerle un sistema educativo con un programa de estudio realista en el que se incluyan elementos de orientación social,
educación sexual, salud mental, educación ambiental (uso adecuado de los
recursos naturales) y actividades sociales obligatorias de integración social
(tarea del Ministerio de Educación), es decir un tipo de educación que integre al joven en la sociedad.
La criminalidad en El Salvador, resalta a la
vista como un flagelo difícilmente de aceptar, desconocer, esconder o
maquillar. A todo esto se le suma la inefectividad que resultan las medidas
gubernamentales para controlar dicho fenómeno. Dicho sin pasionismos; aunque el
gobierno pretenda hacer bien las cosas, tiene el agua hasta el cuello en lo que
se refiere a la delincuencia. La criminalidad reinante preocupa a todo
salvadoreño ya sea que este se encuentre en San Salvador, en Los Ángeles, en
Kabul o en Boquina Faso, por así decirlo. Todo esto representa un gran problema
de inestabilidad social que necesariamente requiere atención y una solución
adecuada. Cientos de turistas evaden diariamente nuestro precioso país
atemorizados por los posibles riesgos que puedan correr aquí, algo que es
comprensible, ya que a nadie le gustaría arriesgar el pellejo. Las
recomendaciones de seguridad están a la orden del día y se pueden leer en
cualquier guía turística, foros de internet; o son hechas por consulados y
embajadas. La mala imagen del país y la evasión del turista y de inversionistas
nacionales y extranjeros, lógicamente implica una pérdida considerable de
divisas para el país.
Cualquier científico social gustosamente nos
daría una conferencia o una explicación detallada del porqué de los orígenes de
tal delincuencia, pero aunque este tenga toda la razón del mundo, a la
gente ya no le importa eso, le importa
una solución al problema. La población que sufre a diario los acosos de la delincuencia,
no está a la espera de explicaciones sino a la espera de soluciones y esto es
un trabajo de los políticos, de la sociedad civil y del pueblo mismo. Dicho en
otras palabras, el enfermo está grave y quiere una medicina para su mal y no un
diagnóstico de lo que le aqueja. El Salvador se ha convertido en un país
inseguro y peligroso y del que el salvadoreño mismo quiere escapar. Cotidianamente la vida
social y laboral de los salvadoreños se ve entorpecida por hechos delictivos y
para colmo de males, los hogares salvadoreños prácticamente se han ido
transformando cada vez más en cárceles o en fortalezas impenetrables llenas de
portones que transforman la fisonomía del país en una verdadera cárcel y por lo
tanto afecta negativamente la calidad de vida de sus habitantes. Es triste vivir
en un país poblado de cherokees de vidrios polarizados, guardaespaldas y
vigilantes en cada esquina.
Indudablemente la delincuencia estanca la
modernización, el progreso material y social del país. Pero también la sociedad
se transforma en una sociedad insensible e inhumana en la que cada individuo se
vuelve cómplice indirecto de hechos reprochables. Romper con este círculo
vicioso de la delincuencia no es fácil y es el desafío del Estado, de la
sociedad civil y del pueblo en general.
Sobre todo se requiere invertir en una sociedad más justa y más que todo
poner más atención en nuestra juventud y su entorno social. Tal inversión debe
ser radical y profunda. Es necesario que aquellas fuerzas sociales que todavía
duermen abandonen su actitud de espectadores del contexto social y que tomen
verdaderamente conciencia de la necesidad de su involucramiento y de su responsabilidad
comunitaria.
Para el bien de todos, no hay otro camino
que trabajar en su prevención y erradicación de la delincuencia. No existe solución
posible si las fuerzas sociales no están dispuestas a meter las manos y a transformarse en actores
sociales activos. No hay solución si nosotros como salvadoreños no tomamos conciencia
de lo que representa para la sociedad a corto y largo plazo. No se llega a
ningún lado si no se toman en cuenta las causas propiciadoras del problema,
muchas de veces subrayadas por investigadores sociales, como son la pobreza, la
desintegración familiar, la injusticia y la marginación social.
Todo gobierno local debería estar
obligado a tener en cuenta en su planificación infraestructural al factor niñez
y juventud; cosa que no se da sistemáticamente en El Salvador[vii].
La intervención de gobiernos locales es fundamental para la construcción,
recuperación y fortalecimiento de espacios de encuentro para jóvenes. Se trata
aquí de canchas, centros de recreo, parques, piscinas, zonas verdes, etc.;
espacios de recreación donde se dan mayormente los procesos de socialización de
jóvenes. En esencia se trata de tener una idea clara de lo que el desarrollo
urbano representa y de su importancia en el desarrollo humano y por lo tanto,
de la sociedad.
Instancias sociales, ministerios
del gobierno, alcaldías (gobiernos locales), escuelas, padres de familia,
empresas, la Prensa, la Radio y TV; en fin, todos los salvadoreños podemos
jugar un papel importantísimo en la reducción de la violencia. El Ministerio de
Educación (ente que debería ser el factor impulsor de estos cambios);
conjuntamente con una red de instancias sociales bien podrían planificar
prácticas sociales obligatorias para escolares; sobre todo conjuntamente con instancias sociales que juegan un
papel principal dentro de la sociedad. Las prácticas sociales pueden tener como
meta el adquirimiento de experiencia social, la toma de responsabilidad social
y el incremento de los valores humanos de parte del joven por medio del trabajo
voluntario. Téngase en cuenta de que aquí no se está hablando de emprender una
cruzada religiosa, de inculcar divinidades o postulados partidistas.
Tales prácticas sociales
obligatorias para escolares son muy normales en otros países, tales como
Dinamarca y Holanda, países en los que esta clase de iniciativas ya han dado
resultados muy positivos. Tal período de prácticas se puede hacer después del noveno grado. En la
práctica, la dirección de una determinada escuela secundaria cierra un contrato
con una instancia que ofrezca el lugar de prácticas y ésta a su vez toma a su
cargo la asesoría y calidad de la práctica. La evaluación del período de prácticas
del alumno puede ser realizada conjuntamente. Naturalmente se pueden iniciar
proyectos pilots a pequeña escala en diversas partes del país con el objeto de
sacar la experiencia necesaria. Instituciones y campos donde los jóvenes pueden
hacer esta clase de prácticas sociales pueden ser: la Cruz Roja, la Cruz
Verde, asilos de ancianos, centros para
menos válidos, clubes de boy scouts, asociaciones deportivas, grupos de teatro,
adopción y mantenimiento de parques, sindicatos, instituciones culturales, cuerpos
de bomberos, campañas de limpieza, campañas de salud e información,
organización de actividades culturales para niños, conservación de fauna y
flora, trabajo con organizaciones medioambientales, etc., etc..
Dichas organizaciones y campos de
trabajo a su vez pueden sacar mucho provecho de la aportación del joven y dar
clara evidencia de su papel activo dentro de la sociedad. Por lo general, las prácticas
sociales obligatorias para escolares refuerzan la conciencia social del joven,
la participación e integración en la sociedad, el contacto social con otro ambiente, la comunicación, la tolerancia, la
solidaridad, el proceso hacia la adultez (más experiencia en la vida,
autoconocimiento y construcción de identidad). Además refuerza en gran parte el
sentido de responsabilidad, el ritmo de trabajo, y suman otra gama de elementos
esenciales para el buen desarrollo del joven.
(c) Ernesto Rivas Arévalo
drs. E. Rivas Arévalo estudió filosofía y Letras. Actualmente trabaja para la
Universiteit Nijmegen,
Holanda.
[i] Sobre la dependencia del individuo hacia el Estado, recordemos las palabras del Jurisconsulto, político y escritor argentino argentino Juan Bautista Alberdi(1810-1884) : “Las
sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus gobiernos esperan una
cosa contraria a la naturaleza. Por la naturaleza de las cosas, cada hombre
tiene el encargo providencial de su propio bienestar y progreso... no hay medio
más poderoso y eficaz de hacer la grandeza del cuerpo social que dejar a cada
uno de sus miembros individuales el cuidado y poder pleno de labrar su personal
engrandecimiento”. http://www.elcato.org/publicaciones/ensayos/ens-2003-01-31.html
[ii]. La historia de El Salvador está
ligada a terremotos y huracanes que se vienen dando desde tiempos inmemoriales.
No tiene sentido hacer una mención específica de uno de ellos.
[iii] El
patrimonio cultural es un tema interesante y que se debe de estudiar como
elemento de unidad de los salvadoreños. El patrimonio cultural es un referente
de identidad, un elemento portador de información y a la vez un vínculo
cultural común que es y contribuye a la formación de la identidad de una
nación. El patrimonio cultural engloba un espacio muy amplio que va desde lo
heredado de un pasado, lo visible y palpable hasta lo abstracto como lo es la
mitología, las costumbres e historias comunes de un pueblo. Una calle, la
fachada de edificio con sus detalles arquitecturales, son elementos que pueden
contribuir a cristalizar la personalidad de un pueblo, a dar forma a nuestro
recuerdo. En otras palabras la herencia material e inmaterial de un pueblo está
estrechamente vinculada a la memoria individual y colectiva.
A veces se llega a la conclusión de
que El Salvador está inmerso en un laberinto donde a veces impera la
mediocridad y la intolerancia. El incumplimiento de las leyes, en lo que se
refiere al patrimonio cultural no conoce límites y la depredación se da a diario. Múltiples ejemplos de ello los podemos encontrar por todas partes del
país[iii]. A pesar de las guerras y las
pérdidas humanas, en país no se ha trabajado conscientemente al fortalecimiento
institucional. En El Salvador existen leyes que pueden
corregir este descontrol, pero la ineficiencia la falta de competencias de
muchos funcionarios públicos deja un vacío gigante en donde cualquier ignorante
con poder puede hacer de las suyas. En muchos casos es evidente que muchos de
los empleados han formado parte del carnaval electoral de algún partido político y ni siquiera están en condiciones de aplicar las leyes
como debe ser porque muchos
de ellos obedecen
a intereses partidarios o particulares. Lógico es de pensar que alguien salido
campañas políticas domine mejor la estrategia del
marketing político y no la aplicación correcta de las leyes.
En El Salvador existe la Ley
Especial de Protección al Patrimonio Cultural de El Salvador. Pero no es suficiente para proteger sus bienes
culturales y en ese sentido, dentro de la comunidad internacional, a El
Salvador se le sigue catalogando como una república bananera[iii].
[iv] La guerra dejó un saldo de 75.000
víctimas, 7.000 desaparecidos, un sin número de huérfanos, y pérdidas materiales de 1.579 millones de dólares (eldiarionuevo.com.ni).
[v]. “Reducir
los riesgos del embarazo para las adolescentes debe ser una prioridad clara
para los países que se están esforzando por alcanzar los Objetivos de
Desarrollo del Milenio”(Dr. Monir Islam), http://www.who.int/bulletin/volumes/87/6/09-020609/es/.
Según Dina Bonilla (educadora del área de
Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud (Minsal)): El total de las inscripciones hospitalarias de los
embarazos en El Salvador en 2012 fue 82.547, el 32 por ciento fueron
adolescentes. De cada diez mujeres inscrita tres son adolescentes de 10 a 19
años. http://www.contrapunto.com.sv/genero/hijos-por-munecas-ninas-y-adolecentes-embarazadas
[vi] Tengase en cuenta de que las
remesas están destinadas al consumo familiar y no a la inversión productiva.”La
economía salvadoreña depende en 85.7 por ciento de la importación”(El diario de
Hoy 30-12-2012).
[vii] Las lotificaciones nacen como en tierra abonada, se construye por todos lados pero difícilmente se toma en cuenta a los jóvenes en el ordenamiento urbano.
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