viernes, 16 de septiembre de 2016

La necesidad de un país mejor



Todos los pueblos somos herederos de un pasado cultural, fabricado, deseado o inventado. Dependiendo de cada sociedad, este campo es variado y engloba diferentes patrones socioculturales que son transmitidos de diferentes maneras de generación en generación por diferentes grupos o subgrupos culturales. Gran parte se da en forma de razonamientos y comportamientos provenientes, de su misma sociedad o de otras. Cada sociedad tiene su sentimiento de unidad, su manera de ver y tratar las cosas; tiene sus ideales, sus códigos morales y sus luchas internas que le dan ciertos rasgos propios como sociedad; pero en esencia, muchos de esos aspectos tienen un carácter universal. 

Toda sociedad experimenta sus cambios sociales, lo mismo que la percepción del individuo y su valoración hacia ella, que viene condicionada en gran medida por esos cambios. La aceptación de la sociedad de parte del individuo es transmitida en gran parte por la familia, la escuela, por su entorno; así como por otros elementos culturales externos que le influyen. El vínculo individuo-sociedad está de ligado estrechamente a aspectos de armonía, bienestar, estabilidad social y grado de integración en la sociedad misma. Sin embargo, en una sociedad democrática, para que exista cierto grado de aceptación de parte de sus miembros, deben existir factores que contribuyan a formar una sociedad armoniosa en la que todo mundo se sienta bien y en la que el individuo tenga la idea de que su sociedad le brinda perspectivas o que por lo menos se le respete su integridad física. 

Una sociedad armoniosa y de respeto sólo es posible si se trabaja en esa dirección y si esta idea se transmite al niño desde el aula de la escuela que, aparte de la familia, es el lugar donde se refuerza la socialización y el lugar en donde, en gran medida, se va formando a su personalidad y la toma conciencia de la estructura social. No se consigue gran cosa si no se invierte verdaderamente en la sociedad de manera honrada y sistemática, y si, en el campo social, el Estado no encara los puntos de conflictividad. Obviamente en muchos casos eso es incansable porque no sólo depende del Estado sino también de factores externos y de la participación activa de la sociedad civil y de la población misma[i]. Pero el papel del Estado es indiscutible para generar cambios y crear un clima propicio de estabilidad social.

Dependiendo del grado de socialización del individuo, de tal manera, se dará en gran medida la aceptación o rechazo de la sociedad. Un pueblo más educado participa más social y políticamente,  y  si tiene espacio, canaliza mejor obstáculos, es más crítico, y a su vez entiende mejor el desarrollo de su historia; lo mismo que la naturaleza de sus problemas. 

El salvadoreño de hoy se plantea muchas interrogantes sobre su sociedad y sobre todo en estos tiempos que reina una cultura de violencia. Normalmente estamos unidos por una historia común, lengua religión, costumbres, arte, gastronomía, memoria histórica, patrimonio cultural, territorio etc. ¿Pero qué elementos unen a los salvadoreños, que no sean los elementos antes mencionados? Lógicamente en los últimos años la violencia y criminalidad es algo que al salvadoreño se le viene encima. 

No es un secreto que El Salvador posee una historia violenta y al salvadoreño se le debe hacer conciencia de que debe conocer su propia historia. Aunque los acontecimientos históricos de un pueblo incomoden no se deben silenciar ni esconder debajo del tapete. Pueblos que sin valor afrontan su historia y esquivan responsabilidades, son pueblos condenados a repetir sus errores, esto es un cliché, pero a la vez una verdad.  Alguien dijo que en el trayecto de nuestras vidas podemos corregir los errores de nuestros padres pero con gran provalidad estaríamos en condiciones de cometer los errores de nuestros abuelos. Todo esto por no conocer y hacer conciencia de nuestra historia. La historia de El Salvador está plagada de crímenes horrendos y de injusticia social. Muchas cosas se han callado y se siguen callando. Recuperar la memoria histórica y darle su debido puesto en la historia  es un deber de cada salvadoreño responsable.

Poca atención se le ha prestado a la trayectoria histórica de catástrofes naturales y sus efectos[ii] no sólo físicos pero también psicológicos en la población. Poca conciencia se ha hecho de que se vive en una zona de catástrofes naturales con un alto grado de sismicidad y desastres meteorológicos como lo son los huracanes y terremotos. De tiempo en tiempo se viven catástrofes devastadoras que no sólo se traducen en costo humano, pero también en destrucción de la infraestructura y del patrimonio histórico.[iii]
 
Educación y sociedad

La educación juega un papel primordial en el desarrollo de cualquier sociedad. La educación ayuda a unificar a los pueblos y a crear sociedades más justas. Toda sociedad está en constante movimiento y lo mismo vale también para la educación, es decir que la educación no sólo debe impartir las competencias básicas obligatorias, pero también debe estar adaptada a la nueva realidad y exigencias del país. En muchos aspectos la educación salvadoreña deja mucho que desear porque es una educación bastante limitada y desvinculada de la realidad del país. La educación, y sobre todo la educación media debería incorporar puntos vitales tales como es el conflicto armado (1980-1992), la desintegración familiar a causa de la guerra[iv], los desplazamientos migratorios y sus efectos, la globalización, la transculturación, la exclusión social, etc., esto sólo para mencionar algunos puntos de interés. Los elementos antes mencionados son factores que han tenido su impacto y repercusiones negativas la sociedad salvadoreña. Algunos de estos temas no están incluidos en el paquete educacional, lo mismo que la educación sexual.[v]  Algunas de las asignaturas básicas de secundaria resultan bastante estériles en la práctica

Las materias como Ciencias Sociales y Sociología no hacen bien su trabajo y sólo llegan a nivel de formulación de definiciones. Dichas Asignaturas deberían incentivar al alumno y centrarse en la comunicación y el diálogo, la discusión y el tratamiento de conflictos, el estudio de las relaciones humanas, la buena convivencia (trato social), respeto mutuo; así como analizar activamente cuestiones prioritarias de la sociedad, dar enfoques, juicios y puntos de vista, etc., en conclusión: socializar. 

Parecerá cuestionable que se mencione negativamente el aspecto migratorio porque para muchos es la gallinita de los huevos de oro y el migrado ha dado y sigue dando una innegable y significativa contribución económica al país. Esto es indudable, pero nadie puede negar que la migración ha ocasionado un desligamiento familiar, una dependecia de las remesas[vi], y ha traído problemas sociales sin precedentes. Ahora en la sociedad existe un clima de constante estrés, de incertidumbre e inseguridad y de una violencia a veces irracional que sorprende y a la vez horroriza. Sin lugar a dudas son condiciones desfavorables para cualquier país con pretensiones de progreso. La sociedad salvadoreña es una sociedad inestable en la que existe un flujo constante de los mejores recursos humanos hacia el extranjero y quien puede migra. La conclusión es que las nuevas potencialidades no se aprovechan y constantemente hay una pérdida de capital humano. 

Sin una visión hacia el futuro y sin medidas adecuadas no se crea un modelo de sociedad sostenible en la que se tenga en cuenta el desarrollo del país, la solución de los problemas sociales y el futuro de las nuevas generaciones. Está demostrado que una de las maneras eficaces para crear un ciudadano mejor es integrar al joven a la sociedad y ofrecerle una perspectiva que no sea un panorama desolador de inestabilidad social, desocupación juvenil o migración como producto de falta de perspectivas. Contribuir al desarrollo del joven significa ver al joven como parte esencial de la sociedad, es a su vez invertir en el desarrollo del futuro del país. Al joven se necesita ofrecerle un sistema educativo con un programa de estudio realista en el que se incluyan elementos de orientación social, educación sexual, salud mental, educación ambiental (uso adecuado de los recursos naturales) y actividades sociales obligatorias de integración social (tarea del Ministerio de Educación), es decir un tipo de educación que integre al joven en la sociedad.

La criminalidad en El Salvador, resalta a la vista como un flagelo difícilmente de aceptar, desconocer, esconder o maquillar. A todo esto se le suma la inefectividad que resultan las medidas gubernamentales para controlar dicho fenómeno. Dicho sin pasionismos; aunque el gobierno pretenda hacer bien las cosas, tiene el agua hasta el cuello en lo que se refiere a la delincuencia. La criminalidad reinante preocupa a todo salvadoreño ya sea que este se encuentre en San Salvador, en Los Ángeles, en Kabul o en Boquina Faso, por así decirlo. Todo esto representa un gran problema de inestabilidad social que necesariamente requiere atención y una solución adecuada. Cientos de turistas evaden diariamente nuestro precioso país atemorizados por los posibles riesgos que puedan correr aquí, algo que es comprensible, ya que a nadie le gustaría arriesgar el pellejo. Las recomendaciones de seguridad están a la orden del día y se pueden leer en cualquier guía turística, foros de internet; o son hechas por consulados y embajadas. La mala imagen del país y la evasión del turista y de inversionistas nacionales y extranjeros, lógicamente implica una pérdida considerable de divisas para el país. 

Cualquier científico social gustosamente nos daría una conferencia o una explicación detallada del porqué de los orígenes de tal delincuencia, pero aunque este tenga toda la razón del mundo, a la gente  ya no le importa eso, le importa una solución al problema. La población que sufre a diario los acosos de la delincuencia, no está a la espera de explicaciones sino a la espera de soluciones y esto es un trabajo de los políticos, de la sociedad civil y del pueblo mismo. Dicho en otras palabras, el enfermo está grave y quiere una medicina para su mal y no un diagnóstico de lo que le aqueja. El Salvador se ha convertido en un país inseguro y peligroso y del que el salvadoreño mismo quiere escapar. Cotidianamente la vida social y laboral de los salvadoreños se ve entorpecida por hechos delictivos y para colmo de males, los hogares salvadoreños prácticamente se han ido transformando cada vez más en cárceles o en fortalezas impenetrables llenas de portones que transforman la fisonomía del país en una verdadera cárcel y por lo tanto afecta negativamente la calidad de vida de sus habitantes. Es triste vivir en un país poblado de cherokees de vidrios polarizados, guardaespaldas y vigilantes en cada esquina.
 
Indudablemente la delincuencia estanca la modernización, el progreso material y social del país. Pero también la sociedad se transforma en una sociedad insensible e inhumana en la que cada individuo se vuelve cómplice indirecto de hechos reprochables. Romper con este círculo vicioso de la delincuencia no es fácil y es el desafío del Estado, de la sociedad civil y del pueblo en general.  Sobre todo se requiere invertir en una sociedad más justa y más que todo poner más atención en nuestra juventud y su entorno social. Tal inversión debe ser radical y profunda. Es necesario que aquellas fuerzas sociales que todavía duermen abandonen su actitud de espectadores del contexto social y que tomen verdaderamente conciencia de la necesidad de su involucramiento y de su responsabilidad comunitaria. 

Para el bien de todos, no hay otro camino que trabajar en su prevención y erradicación de la delincuencia. No existe solución posible si las fuerzas sociales no están dispuestas a  meter las manos y a transformarse en actores sociales activos. No hay solución si nosotros como salvadoreños no tomamos conciencia de lo que representa para la sociedad a corto y largo plazo. No se llega a ningún lado si no se toman en cuenta las causas propiciadoras del problema, muchas de veces subrayadas por investigadores sociales, como son la pobreza, la desintegración familiar, la injusticia y la marginación social. 

Todo gobierno local debería estar obligado a tener en cuenta en su planificación infraestructural al factor niñez y juventud; cosa que no se da sistemáticamente en El Salvador[vii]. La intervención de gobiernos locales es fundamental para la construcción, recuperación y fortalecimiento de espacios de encuentro para jóvenes. Se trata aquí de canchas, centros de recreo, parques, piscinas, zonas verdes, etc.; espacios de recreación donde se dan mayormente los procesos de socialización de jóvenes. En esencia se trata de tener una idea clara de lo que el desarrollo urbano representa y de su importancia en el desarrollo humano y por lo tanto, de la sociedad.

Instancias sociales, ministerios del gobierno, alcaldías (gobiernos locales), escuelas, padres de familia, empresas, la Prensa, la Radio y TV; en fin, todos los salvadoreños podemos jugar un papel importantísimo en la reducción de la violencia. El Ministerio de Educación (ente que debería ser el factor impulsor de estos cambios); conjuntamente con una red de instancias sociales bien podrían planificar prácticas sociales obligatorias para escolares; sobre todo conjuntamente con instancias sociales que juegan un papel principal dentro de la sociedad. Las prácticas sociales pueden tener como meta el adquirimiento de experiencia social, la toma de responsabilidad social y el incremento de los valores humanos de parte del joven por medio del trabajo voluntario. Téngase en cuenta de que aquí no se está hablando de emprender una cruzada religiosa, de inculcar divinidades o postulados partidistas. 

Tales prácticas sociales obligatorias para escolares son muy normales en otros países, tales como Dinamarca y Holanda, países en los que esta clase de iniciativas ya han dado resultados muy positivos. Tal período de prácticas se puede hacer después del noveno grado. En la práctica, la dirección de una determinada escuela secundaria cierra un contrato con una instancia que ofrezca el lugar de prácticas y ésta a su vez toma a su cargo la asesoría y calidad de la práctica. La evaluación del período de prácticas del alumno puede ser realizada conjuntamente. Naturalmente se pueden iniciar proyectos pilots a pequeña escala en diversas partes del país con el objeto de sacar la experiencia necesaria. Instituciones y campos donde los jóvenes pueden hacer esta clase de prácticas sociales pueden ser: la Cruz Roja, la Cruz Verde,  asilos de ancianos, centros para menos válidos, clubes de boy scouts, asociaciones deportivas, grupos de teatro, adopción y mantenimiento de parques, sindicatos, instituciones culturales, cuerpos de bomberos, campañas de limpieza, campañas de salud e información, organización de actividades culturales para niños, conservación de fauna y flora, trabajo con organizaciones medioambientales, etc., etc.. 

Dichas organizaciones y campos de trabajo a su vez pueden sacar mucho provecho de la aportación del joven y dar clara evidencia de su papel activo dentro de la sociedad. Por lo general, las prácticas sociales obligatorias para escolares refuerzan la conciencia social del joven, la participación e integración en la sociedad, el contacto social con otro ambiente, la comunicación, la tolerancia, la solidaridad, el proceso hacia la adultez (más experiencia en la vida, autoconocimiento y construcción de identidad). Además refuerza en gran parte el sentido de responsabilidad, el ritmo de trabajo, y suman otra gama de elementos esenciales para el buen desarrollo del joven. 


(c) Ernesto Rivas Arévalo 
drs. E. Rivas Arévalo estudió filosofía y Letras. Actualmente trabaja para la Universiteit Nijmegen, Holanda.


[i] Sobre la dependencia del individuo hacia el Estado, recordemos las palabras del Jurisconsulto, político y escritor argentino argentino Juan Bautista Alberdi(1810-1884) : “Las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus gobiernos esperan una cosa contraria a la naturaleza. Por la naturaleza de las cosas, cada hombre tiene el encargo providencial de su propio bienestar y progreso... no hay medio más poderoso y eficaz de hacer la grandeza del cuerpo social que dejar a cada uno de sus miembros individuales el cuidado y poder pleno de labrar su personal engrandecimiento”. http://www.elcato.org/publicaciones/ensayos/ens-2003-01-31.html
[ii]. La historia de El Salvador está ligada a terremotos y huracanes que se vienen dando desde tiempos inmemoriales. No tiene sentido hacer una mención específica de uno de ellos.
[iii] El patrimonio cultural es un tema interesante y que se debe de estudiar como elemento de unidad de los salvadoreños. El patrimonio cultural es un referente de identidad, un elemento portador de información y a la vez un vínculo cultural común que es y contribuye a la formación de la identidad de una nación. El patrimonio cultural engloba un espacio muy amplio que va desde lo heredado de un pasado, lo visible y palpable hasta lo abstracto como lo es la mitología, las costumbres e historias comunes de un pueblo. Una calle, la fachada de edificio con sus detalles arquitecturales, son elementos que pueden contribuir a cristalizar la personalidad de un pueblo, a dar forma a nuestro recuerdo. En otras palabras la herencia material e inmaterial de un pueblo está estrechamente vinculada a la memoria individual y colectiva.
A veces se llega a la conclusión de que El Salvador está inmerso en un laberinto donde a veces impera la mediocridad y la intolerancia. El incumplimiento de las leyes, en lo que se refiere al patrimonio cultural no conoce límites y la depredación se da a diario. Múltiples ejemplos de ello los podemos encontrar por todas partes del país[iii]. A pesar de las guerras y las pérdidas humanas, en país no se ha trabajado conscientemente al fortalecimiento institucional. En El Salvador existen leyes que pueden corregir este descontrol, pero la ineficiencia la falta de competencias de muchos funcionarios públicos deja un vacío gigante en donde cualquier ignorante con poder puede hacer de las suyas. En muchos casos es evidente que muchos de los empleados han formado parte del carnaval electoral de algún partido político y ni siquiera están en condiciones de aplicar las leyes como debe ser porque muchos de ellos obedecen a intereses partidarios o particulares. Lógico es de pensar que alguien salido campañas políticas domine mejor la estrategia del marketing político y no la aplicación correcta de las leyes.
En El Salvador existe la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural de El Salvador.  Pero no es suficiente para proteger sus bienes culturales y en ese sentido, dentro de la comunidad internacional, a El Salvador se le sigue catalogando como una república bananera[iii].
[iv] La guerra dejó un saldo de 75.000  víctimas, 7.000 desaparecidos, un sin número de huérfanos, y pérdidas materiales de 1.579 millones de dólares (eldiarionuevo.com.ni).
[v]. “Reducir los riesgos del embarazo para las adolescentes debe ser una prioridad clara para los países que se están esforzando por alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio”(Dr. Monir Islam), http://www.who.int/bulletin/volumes/87/6/09-020609/es/. Según Dina Bonilla (educadora del área de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud (Minsal)): El total de las inscripciones hospitalarias de los embarazos en El Salvador en 2012 fue 82.547, el 32 por ciento fueron adolescentes. De cada diez mujeres inscrita tres son adolescentes de 10 a 19 años. http://www.contrapunto.com.sv/genero/hijos-por-munecas-ninas-y-adolecentes-embarazadas
[vi] Tengase en cuenta de que las remesas están destinadas al consumo familiar y no a la inversión productiva.”La economía salvadoreña depende en 85.7 por ciento de la importación”(El diario de Hoy 30-12-2012).
[vii] Las lotificaciones nacen como en tierra abonada,  se construye por todos lados pero difícilmente se toma en cuenta a los jóvenes en el ordenamiento urbano.

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